Los pajaritos cantan...

A veces pienso que soy un ave. Pero no un ave cualquiera. Sino un ave majestuosa y señorial. Yo no podría ser un arrendajo o un cuervo o un simple gorrión. Sería una tórtola o, aún mejor, una oropéndola. Sí, una oropéndola macho. Me gusta el canto de la oropéndola y su plumaje, sobretodo el del macho. Alas negras, cuerpo amarillo oro y un vuelo solemne y pomposo. Volaría entre encinas y abedules, comiendo moras, brevas y alguna ciruela amarilla. Me reuniría con algún mirlo acuático e intercambiaríamos cd’s, cómics o hablaríamos de la urraca del quinto o de cómo le puso los cuernos la paloma a su esposo. De vez en cuando iría al pueblo a ver qué se cuece y de paso robaría un poco de maíz al panadero. Por la noche nos juntaríamos los amigos y, mientras tomamos un poco de mosto, cantaríamos los últimos hits de David Bustamante con gorgoritos incluidos...